Cientos de miles de italianos volvieron ayer a marchar en contra de Silvio Berlusconi, en el peor momento político del primer ministro desde que asumió el año pasado. Según las agencias internacionales, más de 400 mil personas respondieron a una convocatoria apartidaria de un grupo de Facebook con una única consigna: No B-Day. La multitud paseó sus pancartas y sus muñecos de Il Cavalieri preso y sonriente por las calles del centro de Roma hasta desembocar, ya en plena tarde, en la plaza San Juan en Letrán. “Llegará el momento en el que la gente no tendrá que hacer más las maletas e irse de este país. Lo que vemos aquí nos hace decir que llegará el momento de la fiesta”, pronosticó el Premio Nobel de Literatura italiano, Dario Fo, desde el escenario construido en uno de los laterales de la plaza.
No es la primera manifestación masiva que Berlusconi debe enfrentar desde que comenzaron la seguidilla de escándalos por su afición a las prostitutas y, ahora, por sus vínculos con la Cosa Nostra. El viernes un confeso asesino a sueldo de la mafia siciliana había denunciado una supuesta alianza entre el actual primer ministro y sus antiguos jefes a mediados de los noventa. Según los organizadores de la manifestación, la noticia no hizo más que aumentar el número de personas que salieron a marchar. “Queremos la renuncia de Berlusconi porque no nos sentimos representados por él”, aseguró Emanuele de Pascale, de 28 años, uno de los blogueros que fundaron el grupo de Facebook y que ayer encabezaron la movilización.
A diferencia de otras protestas, esta vez la consigna era nada de partidos. El color elegido fue el violeta, para evitar el rojo y el verde, de los comunistas y del Partido Democrático (PD), la principal fuerza opositora. Sin embargo, miles de dirigentes y militantes se sumaron con sus banderas y, aunque la cúpula del PD se negó a adherir a la convocatoria, ex ministros e importantes dirigentes se mezclaron entre la multitud.
La ex ministra del gobierno de Romano Prodi, Rosy Bindi, fue una de las caras conocidas. “Es importante que una parte importante del país reaccione y se indigne contra un presidente del consejo que no quiere ser juzgado y no resuelve los problemas”, señaló. Otras figuras que caminaron junto a familias enteras y grupos de jóvenes fueron el ex juez anticorrupción y jefe del partido Italia de los Valores Antonio Di Pietro, el director Nanni Moretti, uno de los artistas que más denunciaron la hegemonía de Berlusconi en la televisión italiana, y los principales dirigentes del partido de Los Verdes.
Pero en Italia hace tiempo que la presión opositora no está en manos de la oposición de centro-izquierda, dividida y enfrentada. Por eso, los que subieron ayer al escenario al hablar y los que llevaron la pancarta principal pidiendo la renuncia de Il Cavalieri no eran dirigentes políticos. Uno de los oradores más aplaudidos fue Salvatore Borsellino, el hermano del juez antimafia Paolo Borsellino, asesinado en 1992.
Borsellino no sólo recordó la última denuncia que vinculó a Berlusconi con la Cosa Nostra, sino que pidió que otros aliados del poder, como el presidente del Senado, Renato Schifiani, den explicaciones por sus presuntos lazos con el crimen organizado. Antes de terminar la tarde, los organizadores leyeron una carta que resumió el sentimiento de los cientos de miles que los escuchaban: “Italia no merece el destino que Berlusconi le ha trazado sin el mínimo sentido de la vergüenza de sí mismo”, había escrito otro Premio Nobel de Literatura, el portugués José Saramago.